DESCUBRE EL BARROCO

Villafranca es uno de los conjuntos barrocos más importantes de Navarra, pero hunde su historia en la antigua Roma, de la que conserva restos de una antigua villa y calzada, y unos mosaicos, los mayores y mejor conservados de Navarra, que se exponen con orgullo en Pamplona.

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El paseo por el patrimonio arquitectónico comienza junto al atrio, y continúa hacia la Plaza de los Fueros, donde se cierra el conjunto con dos edificios más: el Palacio del Conde de Rodezno y la Casa Consistorial. A lo largo del casco antiguo existen varios inmuebles señoriales que comparten los rasgos típicos del Barroco en la Ribera: casas de ladrillo con balconadas, hileras de arquillos, escudos labrados, bellos aleros… Entre otros destacan la Casa de los Arévalos o la del Marquesado de Villabrágima.

Parroquia de Santa Eufemia

— Parroquia típicamente barroca, con planta de cruz latina y nave única. Su exterior resalta por su magnífica fábrica de ladrillo y la verticalidad de la torre, inspirada en la de la catedral de Tudela. En el interior cuenta con un rico conjunto de retablos que abarcan una amplia cronología. El retablo mayor, claramente barroco, muestra con gran espectacularidad el martirio de Santa Eufemia. Destacar la recién restaurada Capilla del Rosario y un pequeño museo, ubicado en la sacristía.

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Capilla del Rosario

— Al visitar la Parroquia de Santa Eufemia merece especial mención la recién restaurada Capilla del Rosario, de estilo churrigueresco, un rincón que no se puede dejar de visitar y admirar.

El Retablo Capilla del Rosario ha sido inaugurado en 2021, después de tres años de trabajo de gestión y restauración, para el disfrute de todos sus visitantes.

Agradecimiento especial a la asociación “Amigos del Patrimonio de Villafranca”.

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Museo de la Parroquia

— Ubicado en la sacristía de la Parroquia de Santa Eufemia, el museo acoge, entre otros objetos, una maqueta de la Parroquia, ornamentos litúrgicos de los siglos XVI-XIX, el terno de Santa Eufemia (siglo XVIII), cantorales (siglo XVI) y una pequeña colección pictórica y escultórica, entre los que se encuentran los pasos de Semana Santa.

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Palacio de los Bobadilla

— Este palacio es uno de los edificios más importantes de Villafranca. Perteneció a la noble familia de los Martínez de Arizala. Hoy alberga un centro de formación de la Fundación Laboral de la Construcción, entidad que ha participado activamente en su recuperación. Resulta impresionante por sus dimensiones y está considerado uno de los ejemplos más sobresalientes del barroco ribero. Levantado con ladrillo macizo, data de finales del siglo XVII o comienzos del XVIII. En la fachada que queda al Poniente se sitúa la puerta principal, adintelada y de piedra, con un balcón en su parte superior. Resulta muy armoniosa la decoración geométrica del piso superior, que adorna una hilera con arcos de medio punto.

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Convento de Nuestra Señora del Carmen

— En la misma plaza tenemos también el Convento de Nuestra Señora del Carmen, datado en el siglo XVIII. La fachada también es de ladrillo y está coronada por un tímpano curvo y en el lateral con una espadaña. En el interior guarda unos interesantes retablos de tipo rococó.

La Orden de los Carmelitas ha donado al Ayuntamiento de Villafranca su convento, construido entre 1734 y 1765.

La fachada del edificio está construida en ladrillo y dividida en dos cuerpos. En el cuerpo inferior se sitúa el pórtico, formado por 3 arcos de medio punto, sobre el que se abre una hornacina que alberga la imagen de la Virgen del Carmen. Sobre esta hornacina hay una ventana y, a los lados, se ven dos escudos de armas. Corona el conjunto un tímpano curvo entre aletones. En el lateral se ve una espadaña (campanario) con dos arcos de medio punto.

Historia

Los primeros asentamientos humanos conocidos en nuestra localidad se encontraron en los alrededores de lo que hoy es el polígono industrial de Villafranca. Varios mosaicos, dolias (grandes vasijas), cerámicas y enseres atestiguan la existencia de una villa agrícola romana del siglo II que se va reformando con el paso del tiempo, presentando un aspecto más lujoso a finales del siglo III y comienzos del IV. En las excavaciones (1970), dirigidas por María Ángeles Mezquíriz, se rescataron tres mosaicos de importantes dimensiones en aceptable estado, que se encuentran expuestos en el Museo de Navarra. Con anterioridad, se habían descubierto también tumbas paleocristianas y muestras de cerámica Hispánica tipo terra sigilata, objetos catalogados por la Institución Príncipe de Viana.

A partir del siglo XI, los restos arqueológicos y las fuentes documentales constatan claramente el origen del segundo y definitivo asentamiento de nuestros antepasados. Con población nueva o trasladada desde la zona romana, se crea (en el cerro existente donde hoy está el mirador del Castillo) una fortificación que irá evolucionando con el paso de los siglos, pasando a ser una torre o incluso un pequeño castillo. Estas fortalezas sirven de defensa a lo largo del tiempo en las diferentes batallas o escaramuzas entre navarros, árabes, castellanos y aragoneses. A comienzos del siglo XVI, con la conquista de Navarra por Castilla, será derribada como tantas otras construcciones defensivas dando paso, en el mismo lugar y reutilizando parte del material, a la edificación de la basílica del Castellar.

Desde sus inicios, nuestra villa será conocida y citada con distintas variantes del término Alesués (siglos XI-XIII: Alasuas, Alasves, Alesos…) que posteriormente derivará en Alesves. Después, en el XIII empieza a utilizarse la denominación de Villafranca debido a los fueros que le habían sido concedidos por Sancho VI El Sabio. Una “villa franca”, es decir, una localidad con una serie de derechos, exenciones fiscales u otro tipo de privilegios. Así pues, durante un tiempo, fue nombrada como “Villafranca, la anteriormente conocida como Alesves…”. En esta época aparece el águila que llega hasta nuestros días como sello o escudo de la villa. Otros documentos de la Cámara de Comptos, durante el siglo XIV, la nombran como Villa Franqua, denominación que se alterna con Ville Franch; siendo finalmente en el siglo siguiente, cuando Villafranca (XV) acabe siendo la designación que se mantenga hasta la actualidad.

Durante el periodo que comprende los siglos XVI y XVIII será cuando Villafranca adquiera la riqueza arquitectónica de la que se caracteriza. Se construyen entonces todos los ejemplos de arquitectura civil y religiosa, claramente representativos del Barroco navarro: Casas señoriales, Mansiones, Parroquia, Ermitas, Convento, etc. La villa se va expandiendo y las primeras calles de la zona del castillo (Mesón, Muro, Verde, Paja…) dan paso a la estructura que prácticamente llega hasta los inicios del siglo XX: Alrededor de ocho calles que emergen desde la zona antigua y que son atravesadas por varios cruceros (Crucero Ancho, Crucero Angosto y Crucero del portal) y que serán delimitadas, con el paso del ferrocarril, a finales del XIX.

En la primera mitad del Siglo XX, la expansión urbana gira en torno a la vía férrea. Se construye la carretera y en los años 50 (en dos tandas) se crean las casas baratas. Y así se llega a la actualidad, en la que la zona del pueblo se ha expandido por el sur y sobre todo por el norte (Polideportivo-Estación), mientras que la zona de las casas baratas ha crecido principalmente acercándose al campo de fútbol del Palomar.